25 de febrero de 2008

De vuelta de Barcelona


He tenido durante una semana entera abandonado mi lugar de desahogo…Lo siento. No lo siento solamente por mis lectores, que aun son pocos y tienen otros mil sitios a donde ir. Lo siento sobre todo por mi. He estado leyendo la prensa. He estado al tanto de la situación, no solo en Colombia (donde cada vez la cosa se pone color “hormiga”, donde insultos van y vienen, donde la corrupción continua siendo algo del día a día, etc..) sino aquí en Francia (donde la cosa se pone color “hormiga”, donde los insultos van y vienen, donde la corrupción ES) pero no siento que tenga nada qué decir. Llegué ayer de Barcelona y, debo confesar, esto me dio un aire nuevo. No me preocupé en tres días por escribir, por pensar, por saber qué debo decir. Solo me dejé ser…salí a caminar por el centro, me perdí en las calles del barrio Gótico. Tomé cerveza, tomé vino…hablé de cuanta imbecilidad se les venga a la cabeza. Me calenté un poco, hacia calor aunque los residentes se ponían abrigos y bufandas y botas. Yo estaba absolutamente maravillada de recibir el sol y de sentir calor. Por eso, no tengo mucho qué decir ahora. Me he perdonado con el mundo en esos días. Ya de vuelta a la rutina parisina volveré con mis disertaciones mentales, con mis ganas de escribir. Ahora disfruto lo que me queda de Barcelona, del clima, de no pensar en nada, de no querer decir nada. Siento desilusionar a algunos con este texto. Siento desilusionarme yo… pero ahora siento tan solo ganas de oler, sentir el mundo. Esto será hasta mañana, cuando la rapidez de la ciudad me haga estrellarme contra la realidad y las noticias de Colombia me vuelvan a hervir la sangre. Nos veremos en dos días, o tres, cuando vuelva a mi estado de inmensa indignación. Ahora no puedo pelear, no puedo argumentar, solo puedo pensar y sentir y recordar… Lo siento, pero creo que a veces es necesario encontrarse en este estado en el que estoy... en reconciliación con el mundo

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