17 de febrero de 2008

Godofredo Cínico Caspa



Como he dicho en el « lanzamiento » de este blog, el propósito principal es el de escribir sobre temas que me tiene un poco preocupada. En Colombia, en este momento, hay un clima de tensión bastante alto por las marchas convocadas en espacio de un mes. Primero, se presentaron una serie de críticas respecto a la marcha convocada para el 4 de febrero en contra de las FARC. La crítica central a esta marcha se centraba sobre el riesgo que implica crear un imaginario en donde hay un único enemigo determinado en el conflicto colombiano frente a todos los “colombianos de bien”. Personalmente, estoy de acuerdo con este pinto de vista: el conflicto en Colombia es mucho más complejo que el pueblo versus las FARC. Sabemos que los paramilitares y el Estado han jugado un rol importantísimo en la crueldad de esta guerra. Sin embargo, no puedo desconocer la importancia de una marcha en donde tanta gente se levanto a decir NO MÁS a los crímenes de las FARC. Soy conciente, igualmente, que si dicha marcha tuvo tanta acogida se debió (en gran parte y sin desconocer el esfuerzo de aquellos que tuvieron la iniciativa, de los cuales conozco personalmente a una persona que admiro) a la instrumentalizacion que le dio el Estado colombiano y al despliegue de medios de comunicación impulsados por el Estado mismo. Pero no quiero entrar ahí en ese debate. Les recomiendo mirar lo que escribió Ana Maria Arango en su blog: sonidos invisibles.

Lo que me interesa es hablar de la manifestación del 6 de Marzo. Esta manifestación fue convocada aun antes de la iniciativa del 4 de febrero, por la sencilla razón de que hay un evento programado para homenajear a las victimas de crímenes de Estado durante esos días en Bogota. Ahora bien, el caballo de batalla del gobierno y de los detractores de esta marcha se parece un poco al de los detractores de la marcha del 4 de febrero. Dicen que esta marcha es convocada por las FARC (cosa que no es cierta) así como se decía que la del 4 de febrero era convocada por Uribe (cosa que tampoco es cierta). Lo que me deja perpleja es la insistencia del gobierno en el hecho de que las FARC apoyen la marcha del 6. Primero que todo, las FARC no se han pronunciado a este respecto. Se trata de Anncol que, se dice, es la “agencia de prensa de las FARC”. Tampoco voy a entrar a decir si se trata en efecto de los portavoces de las FARC o no, simplemente porque no tengo ni idea. Lo que me impresiona es que el gobierno nunca condeno el apoyo que le dio a la marcha del 4 de febrero Mancuso en su página web y ahora se agarran del comunicado de Anncol para deslegitimar la marcha del 6. Ni la marcha del 4 de febrero fue convocada por los paramilitares, ni la del 6 es convocada por las FARC. Los unos y los otros han instrumentalizado las marchas. Sabemos que el gobierno no apoya la del 6 porque el Estado mismo esta siendo cuestionado y, como desde hace muchos años, se niega a aceptar los crímenes cometidos. El gobierno dice que no se puede marchar en contra del paramilitarismo porque es un grupo armado que se acogió al proceso de paz, cosa que no ha hecho las FARC. Sin embrago, se sabe que esos grupos no solo siguen delinquiendo, sino que hay otros que no están desmovilizados y, aun peor, que a las victimas de estos paramilitares no se les ha reparado aun.

El titulo de este texto es Godofredo Cínico Caspa. Todos recordamos el personaje de Jaime Garzón: un abogado ultra conservador y gobiernista. Mi mama, cuando lo veía por la televisión, decía que se parecía a mi abuelo (el suegro de mi mama) porque él, a pesar de ser conservador, siempre estaba de acuerdo con el gobierno: fuera liberal o conservador. Este abogado se sentía indignado frente a las críticas contra el gobierno y sus instituciones, entre ellas las fuerzas armadas. No puedo dejar de pensar en este personaje (que fue a su turno aniquilado) al leer la columna del señor Fernando Londoño sobre la marcha del 6 de marzo (que él califica como la marcha de las FARC) publicado en el tiempo el 13 de febrero de 2008


Este abogado (porque él también es abogado y esta en proceso por calumnia) básicamente lo que hace es una apología de las fuerzas armadas de Colombia y presenta su indignación frente a los medios, como El Espectador, que se “están prestando” para deslegitimar tan loable trabajo de esta Institución. Yo quiero simplemente señalar que este abogado tiene todo el derecho a no estar de acuerdo con la marcha del 6 y a decirlo en su columna. Incluso, tendría derecho a esgrimir las razones por las cuales dicha marcha, para él, seria riesgosa. Lo que me parece, hasta chistoso (porque me hace pensar en el personaje de Garzón) es que se trata de una diatriba, mas que en contra de la marcha, en contra del Espectador por permitir un espacio para apoyarla. En una democracia, este tipo de espacios deben estar garantizados por el Estado y es increíble como alguien tan cercano al gobierno se permite censurar tan abiertamente un diario simplemente porque hace una acusación a través de sus periodistas. La columna de Londoño es un acto de censura a la libertad de prensa, creo yo, o es que solo se puede hablar mal de las FARC en la prensa colombiana? Cuestionar la manera de operar del Estado y sus errores es una manera de vivir en democracia y, sobre todo si se presentan actos de lesa humanidad cometidos por el Estado colombiano. Pero el señor Godofredo jamás aceptara que critiquen al Estado porque eso no le cabe en la cabeza, simplemente. El verdadero ciudadano para este abogado, no es aquel que se hace preguntas y favorece un ambiente de debate, sino aquel que sigue todos los dictámenes y cree ciegamente en su “líder”. Cuestionar las instituciones no es para él algo permitido al ciudadano “de bien”. Ciertos actos, para él, no son susceptibles de ser investigados ni cuestionados. Los malos son los malos y los buenos, los buenos. Desde esta perspectiva, es curioso que él precisamente haya sido quien defendió a un hombre como Fernando Botero. En un Estado de derecho, todo criminal tiene el derecho (aunque suene redundante) a defenderse, he ahí la importancia de las Instituciones. Si no fuere así, no habría procesos en los tribunales, se llevaría al culpable directamente a la prisión. Por ello, el señor Botero tenía derecho a su defensa. Tenia derecho a que se le llevara un proceso justo y que, a pesar de la gravedad de lo que se le imputaba, se hiciera una investigación. Por qué ahora el señor Londoño se opone entonces a una investigación en las fuerzas armadas? La respuesta creemos conocerla.

Sin bien estoy de acuerdo en decir que una marcha contra el paramilitarismo desconoce las crueldades de la guerrilla, creo que esa marcha es importante por, al menos dos razones. Primero, porque es abierta, se trata de un homenaje a las victimas, a todas las victimas. Ahora bien, entiendo el punto de vista del señor Iván Cepeda (a quien le doy todo mi apoyo ya que ha sido objeto de toda clase de acusaciones traídas de los cabellos) es darle voz a aquellos que han sido invisibles. Los secuestrados sabemos quiénes son, pero las victimas del paramilitarismo y de los crímenes de Estado son quienes? Ellos no tiene una cara, una voz. Con este homenaje se les esta dando. Señor Godofredo, usted tiene derecho a expresar su postura, pero no a censurar a quienes no piensan como usted. Sobre todo no censure a quienes publican a aquellos que no están de acuerdo con su visión del conflicto. Lo cómico del asunto es que no hay la mas mínima reflexión sobre aquellos columnistas de El Tiempo (periódico donde Godofredo escribe) que han apoyado la marcha. Los invito a leer la columna de este abogado y después a compararla con el video (donde en realidad se oye solo la voz) de Godofredo Cinico Caspa... cualquier parecido con la realidad...


Esta actitud del señor Londoño, a mi modo de ver, perpetúa la violencia y la polarización, cosa que trunca el proceso de reconciliación nacional. Necesitamos crear nuevos imaginarios, donde ninguna victima se sienta excluida: aceptar su dolor y su condición de victima es el primer paso para la reparación.


Yo marcharé por todas las victimas, porque ninguna excusa de ideología, de seguridad democrática o de “defensa propia” legitima las crueldades que han tenido que sufrir millones de compatriotas.